martes, 26 de julio de 2011

Gorka & Julieta. Parte II, Capítulo III: Charla Profesor Alumna


Julieta entró en la clase. Ya era la última, y tocaba literatura.

El profesor Álex Cid comenzó a entregar los exámenes que habían hecho la semana anterior.
Julieta suspiró, esperando la nota que en su interior ya conocía.

Le había prometido a Gorka que hablaría con su profesor, aunque todavía no lo había hecho –quería esperar a conocer la nota definitiva del examen–, así que no le quedaba más remedio que hablar con él al final de la clase.


–Julieta –dijo el profesor.
Julieta irguió la cabeza y alargó la mano para recoger su examen.
–Cuatro y medio –concluyó Cid, y siguió entregando más exámenes.


Julieta se recostó sobre la mesa y ocultó su rostro entre sus brazos cruzados.
El sol que entraba por la ventana iluminaba los cabellos de Julieta, que adquirían un tono pelirrojo con el sol.
Álex también se había dado cuenta.


Cuando el profesor comenzó a hablar, Julieta abandonó su postura y decidió escuchar.


–Estoy decepcionado con las notas que habéis sacado, chicos. Sobre todo tú, Julieta –le dijo mientras la señalaba con un examen enrollado–. Quiero hablar contigo después de clase.


Julieta suspiró y se apoyó en el respaldo de la silla.


–Ya somos dos –coincidió, y volvió a tumbarse sobre la mesa.
–El lunes voy a repetiros el examen a los que habéis suspendido y a los que queráis mejorar vuestra nota.


Se oyeron varios "Y una mierda", "Joder...", "¿Por qué?", entre otros.


–Vale, calmaos... Os doy la oportunidad de repetirlo. Pensadlo. No todos los profesores hacen eso, ¿eh?


Cuarenta y cinco minutos más tarde, sonó el timbre, que indicaba que las clases habían acabado.
–Los que hayáis suspendido no olvidéis estudiar para el examen del lunes.


Julieta se colocó rápidamente la bandolera e intentó escabullirse entre la multitud.


–Eh, ¿adónde crees que vas?
Julieta bufó y se sentó en la mesa del profesor.
–¿Qué?
–Julieta, eras una alumna de sobresalientes y ahora vas cuesta abajo. ¿Por qué?
–Dímelo tú.
–Por favor, Julieta –dijo mientras se dejaba caer en su silla. Julieta le miró y observó momentáneamente sus ojos azules, ocultos tras unas gafas negras de pasta que utilizaba solo cuando daba clase.
Tenía la nariz recta y de tamaño medio, los labios no muy gruesos y llevaba barba de tres días.
Vestía una camisa azul que llevaba por fuera del pantalón, de color caqui, y unos zapatos negros.


–Sé franca conmigo –le pidió.
–Es que... no puedo estudiar esto sola. Hay cosas que no entiendo, y no hay nadie que me pueda ayudar.
–¿Sabes lo que vamos ha hacer? Voy a ayudarte yo. Mañana iré a tu casa ha hacer de profesor particular.


Julieta no estaba muy convencida al principio, pero finalmente asintió.


–No te voy a dar las respuestas del examen –aseguró, riendo–. ¿Mañana a las seis de la tarde?
–Vale –dijo Julieta mientras cerraba la puerta de la clase. Nunca se había fijado en lo guapo que era Álex... el profesor Cid.


Julieta vio el Volvo negro de Gorka al salir por la puerta del instituto.
Gorka estaba apoyado en él, esperando a Julieta.


Julieta se lanzó a sus labios y se dieron un largo beso lleno de la pasión que habían experimentado hacía casi dos meses.


–¿Y esto? –dijo Gorka con una media sonrisa, aún con Julieta entre sus brazos.
–Se me ha ocurrido mientras venía hacia aquí –dijo mientras reía.
–Tengo otra idea. Continuemos con esto... en mi casa.
Julieta sonrió y se metió en el coche, esperando a que Gorka lo arrancase.


Desde la ventana de la clase de Literatura, Álex Cid vio cómo el coche se perdía en el horizonte.

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